‘Les
amigues’ del lenguaje inclusivo
Del activismo a la universidad o la política, crecen
las voces que apuestan, pese a la oposición de la RAE, por el uso del morfema
-e como forma de visibilizar las políticas de género en el español
El morfema -e, insignia del género neutro entre una buena parte de las
nuevas generaciones de hispanohablantes, suma enteros para convertirse en el
nuevo quebradero de cabeza de las academias de la lengua. Alumnes, todes, chiques son algunas de las palabras que les jóvenes argentines y chilenes, argentinos y chilenos, punta
de lanza de estas propuestas linguísticas, usan para relacionarse entre ellos
en busca, de la igualdad.
Mientras, en España el debate sigue muy centrado en tratar de aclarar si es
necesario utilizar el masculino y el femenino para ser más inclusivos o el
masculino se mantendrá como neutro en pro de la economía del lenguaje. Las
instituciones reflexionan. La sociedad actúa y traza otro camino en el uso de
la lengua.
La -e cobró visibilidad durante las manifestaciones multitudinarias a
favor de la legalización del aborto, en 2018 en Argentina. Arrancó en las
escuelas secundarias, el principal motor de esta reivindicación que fue
rechazada por el Senado, y se extendió, impulsado por los movimientos feministas
y a favor de la diversidad sexual, con una fuerza mayor a la que habían tenido
anteriormente el asterisco, la x o la arroba. Los Les jóvenes e
integrantes de la comunidad LGBTIQ+ son les principales abanderades de un cambio que gana terreno en las calles y en
las aulas de Buenos Aires.
“Yo no lo uso, pero acepto que lo hagan mis alumnes alumnos y
alumnas. Bastantes usan la -e cuando hablan, más que nada entre ellos, pero
no tanto cuando escriben”, describe Sandra Díaz, maestra del último año de primaria
en una escuela pública de la capital argentina. En el último día del curso
escolar, Díaz posó junto a sus estudiantes, todos vestidos con camisetas en las
que está escrito Egresades. En las privadas suele
ser menos habitual.
La mayoría de colegios no tiene una normativa al respecto y deja en manos
de le profesorade cómo actuar. Las universidades sí que se posicionan. Hasta ahora hay
seis que aceptan como válidas “las expresiones inclusivas y no sexistas del
lenguaje en las producciones escritas y orales”. El Concejo de la
Magistratura argentina habilitó a los jueces escribir con el morfema y
redactará un manual para el uso del lenguaje no sexista.
La RAE debate estos días — se prevé que la decisión final tarde en llegar -
una petición del 2018 del Gobierno de Pedro Sánchez para adaptar la
Constitución a un lenguaje más inclusivo con la introducción de términos como les trabajadores “trabajadores y trabajadoras”. El texto en discusión se basa en la
denominada “doctrina Bosque”, un documento de 2012 del académico Ignacio
Bosque. Ya entonces, la institución, tras analizar nueve guías de lenguaje no
sexista, decidió que esas recomendaciones contravenían “no solo las normas de
la RAE, sino también de varias gramáticas normativas”.
El morfema -e para el genérico, por el momento, no ha llegado a los plenos
de debate de una institución con 46 sillones, solo ocho ocupados por mujeres.
“Para analizar las decisiones y propuestas sobre este morfema en el plural
genérico, habría que saber primero qué se pretende con ello. Si se trata de
denunciar las desigualdades y el machismo, la campaña de comunicación me parece
magnífica. Si se trata de modificar el idioma de una forma unilateral, desde
arriba, desde el poder o las élites sociales, dudo que casi 600 millones de
personas vayan a seguir esas directrices de un día para otro. Sería un proceso
muy lento, que llevaría siglos”, opina el periodista Alex Grijelmo, autor
de Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo (Taurus).
Al margen de la Academia, el Congreso es la otra institución donde el
lenguaje inclusivo más polémicas ha generado. Les
diputades de Unidas Podemos fueron de les primeres en optar
por el femenino plural o la doble fórmula en sus intervenciones parlamentarias.
Según el protocolo de comunicación de la formación de Pablo Iglesias se deben
usar términos que apelan a la colectividad —un ejemplo: alumnado alumnade o
ciudadanía— que, en palabras de la diputada Sofía Castañón, son “impecables y
respetan la economía del lenguaje”.
La dirigente y Eduardo Fernández Rubiño, senador de Más País y antiguo
miembro de Podemos, son de les poques
polítiques españoles que ya usan el morfema -e. En la
presentación de la candidatura de Íñigo Errejón a la presidencia, Fernández
Rubiño se dirigió a “todes todas, todos”. “Lo hice por respeto a muches de
mis compañeres que se
identifican con el género neutro y pertenecen, como yo, al colectivo LGTBI”,
explica. “De repente no vamos a usar la -e por sistema, por sistema estaría
bien usar bien la lengua, y no hacer un vago y tradicional, es decir,
patriarcal”, acompaña Castañón. "Cuando el machismo desaparezca y
disfrutemos de la igualdad total entre varones y mujeres, la lengua dejará de
ser importante en estas cuestiones", remata Grijelmo.
"El lenguaje inclusivo no es un lenguaje, sino el espejo de una
posición sociopolítica", responde la presidenta de la Academia Argentina
de las Letras, Alicia Zorrilla. "Carece de fundamento lingüístico, está
fuera del sistema gramatical", remata. “La historia de las lenguas enseña
(a quien la conozca un poco) que los cambios en el habla y en la escritura no
se imponen desde las academias ni desde la dirección de un movimiento social,
no importa cuán justas sean sus reivindicaciones”, escribió Beatriz Sarlo
en Octubre del 2008 en Babelia “La militancia puede favorecer esos cambios,
pero no puede imponerlos”, concluía.
Nota.- Después de hablar muchísimas veces con el morfema “e”, este pasará
desapercibido por la cosumbre, en las siguientes generaciones.
La RAE debe permitir a los ciudadanos que se expresan con el sistema
tradicional y también aceptar las expresiones de les
ciudadanes que decidan utilizar la
variación del género neutro con el morfema “e”. Ambos pueden convivir y
entenderse correctamente.
reescrito de ElPais.com